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El aluminio es el tercer elemento más frecuente en la corteza terrestre. Solo le superan el silicio y el oxígeno. También son numerosos los usos del aluminio que realizamos actualmente.

Su aprovechamiento en múltiples sectores es tan extendido, que el reciclaje de aluminio se presenta como una acción casi imprescindible, para poder seguir aprovechando este material sin tener que recurrir a los costes y consumos de su extracción como materia prima.

La aeronáutica, los espejos, las latas, piezas de vehículos, tetrabriks, contenedores, papel de envoltorio, tendidos eléctricos, etc. Encontramos aluminio en muchísimas cosas que forman parte de nuestro mundo.

Otros dos sectores importantes donde el uso de aluminio está presente son la medicina y la cosmética. Sin embargo, en ellos es más desconocida la aportación de este metal ligero.

Propiedades y usos del aluminio en medicina y cosmética

En medicina es probablemente donde menos se conoce qué puede ofrecer el aluminio, salvo obviamente para los profesionales de este sector.

En medicina del aluminio se aprovecha sobre todo el hidróxido de aluminio. Es utilizado como antiácido, por ejemplo contra úlceras gástricas. También tiene entre sus propiedades la protección de fosfatos cuando se sufren fallos renales durante mucho tiempo.

Otras aplicaciones en medicina del aluminio podemos encontrarlas en soluciones antisépticas o también como coadyuvantes en algunas vacunas.

En cosmética sí que es más conocida su presencia, aunque últimamente está ligada a una mala imagen que desde la Unión Europea se quiere desmitificar.

Podemos encontrarlo en lociones, desmaquillantes, mascarillas, exfoliantes, desodorantes, etc. Aprovechando además diferentes propiedades en cada uno de ellos.

¿Para qué sirve el aluminio en la cosmética?

El caso más conocido de aluminio en cosmética es el del desodorante. Lamentablemente su fama se debe a una propaganda mal enfocada sobre sus consecuencias negativas sobre el cuerpo humano.

Los compuestos de aluminio utilizados en estos productos como antitranspirantes, se aplican en formato de sales de aluminio como el clorhidrato de aluminio, el tetraclorohidroxiglicinato de aluminio o el sesquiclorhidrato de aluminio. Su función principal es que el sudor no se produzca tan fácilmente, actuando sobre las secreciones de las glándulas sudoríparas.

Es más, el cloruro de aluminio, es aprovechado como tratamiento tópico en pacientes que sufren hiperhidrosis (sudoración excesiva).

Los rumores acusaban al aluminio de causar alergias, provocar más sudor o estar relacionado con cáncer de mama. Las investigaciones científicas y médicas no han encontrado evidencias de estos efectos y todo parece remontarse a uno de los primeros rumores expandido por Internet a través de correos electrónicos, hace ya unos 20 años.

En realidad, el aluminio está presente en muchos productos cosméticos y no hay evidencia más de que es de gran utilidad. Por ejemplo, en exfoliantes los microcristales de óxido de aluminio ayudan a limpiar poros y a eliminar las manchas de la piel.

También en términos dermatológicos, el acetato de aluminio sirve para conseguir un efecto reafirmante, calmar zonas con enrojecimiento y, además, tiene capacidad vasoconstrictora.

En distintos formatos puede actuar también sobre las arrugas, pliegues de la piel, sobre distintas marcas o señales de envejecimiento o de hiperpigmentación.